Frans Román Guzmán, ex miembro de las selecciones juveniles, murió de COVID-19. La pandemia también tomó la vida de su tío Luis Carmelo Román y su padre Belizario Román.
Uno de los lugares más afectados por COVID-19 en Bolivia es el departamento de Beni, en el que ya hay más de 1.200 infectados y 77 fallecidos. Entre las víctimas fatales en este humilde lugar de la Amazonía boliviana que limita con Brasil, hay 3 que han provocado un revuelo especial en el mundo del fútbol, un jugador de fútbol, un entrenador y un dirigente.
Frans Román Guzmán, un jugador de Universitario de Trinidad, una entidad que compite dentro de la segunda división, murió después de un largo conflicto que lo mantuvo en cama, de acuerdo con Ángel Suárez, presidente de la Asociación de Fútbol de Beniana (ABF), el segundo Departamento más afectado por la pandemia después de Santa Cruz, a pesar de ser uno de los menos poblados del país.
Ángel Suárez lamenta y afirma que Como asociación, están conmocionados por todo lo que sucede en el país y mundo, a través de un virus que ya se ha cobrado muchas vidas. El coronavirus está sacudiendo a Beni, también Pide a la gente que cumplan con las determinaciones del gobierno.
Había participado en 2009 dentro del sudamericana sub-15 con la «Verde» , este joven y además había tenido una temporada en el grupo nacional U-17 en su país. Jugó como defensor lateral y casi toda su carrera se convirtió en ejecutado en clubes de las categorías menores de Bolivia, a pesar de que se convirtió en parte del plantel Nacional de Potosí en la primera división.
Más tarde, su tío, Luis Carmelo Román, entrenador del Deportivo Perequije falleció. Finalmente, al amanecer del sábado, su padre, Belizario Román, quien era tesorero de la ABF y actualmente se desempeñó como presidente del equipo Trinitario. Todos compartían la misma casa dentro del barrio de Paitití, también con la esposa de Belizario y sus dos hijas.
Estos casos forman parte de la cantidad de fallecidos en el país, en donde el coronavirus ya se ha cobrado la vida de 280 habitantes. En Beni, las muertes se multiplicaron tanto as que hay cadáveres dentro de las casas debido a la falta de ataúdes y que han hecho un cementerio improvisado exclusivamente para víctimas de COVID-19.