34 cóndores muertos fueron halladas cerca de la comunidad campesina de Laderas Norte, a 20 kilómetros de la capital departamental de Tarija. Alrededor, los secundaban 15 cadáveres, de otras aves carroñeras y de perros.
La muerte de 34 cóndores envenenados en los valles del departamento boliviano de Tarija puso al descubierto la precariedad en la cual se debate la existencia de los últimos 1.400 individuos que quedan de esta especie en el país.
Con una población en Bolivia de 1.400 ejemplares, la eliminación repentina de 34 vidas representa un recorte importante para esta especie. Más aún si se considera que sus parejas ponen un solo huevo cada dos años, y que tardan ocho años en alcanzar la edad reproductiva.
Otra variable a tomar en cuenta es que muy posiblemente sean más los cóndores muertos. Sus nidos, que instalan entre los 1.000 y los 5.000 metros sobre el nivel del mar, se sitúan entre rocas inaccesibles para la mayoría de la fauna.
Allí posiblemente hayan fallecido de inanición algunos pichones. La cifra no puede ser determinada, pero es altamente probable que entre tamaña comunidad de aves hayan sucumbido varias parejas.
Los 34 cóndores fallecidos, 19 eran adultos, pero también se debe tomar en cuenta que de esos 19 adultos posiblemente algunos eran de parejas distintas. En esos casos, los pichones hipotéticos solamente habrían perdido a uno de sus padres.
Una deidad para la cultura andina
Considerado históricamente como un ave sagrada en el Perú, el cóndor andino ha sido testigo del origen y esplendor de diversas culturas y civilizaciones al adquirir un rol simbólico en muchas de ellas, incluso ha sido representado en cerámicas, pinturas y telares.
Los Incas fueron de sus más grandes admiradores: estos lo llegaron a considerar una divinidad encargada de unir el cielo y la tierra.
Esta mística relación se demuestra en uno de los principales templos del santuario de Machu Picchu donde la figura del cóndor yace detalladamente grabada en una piedra de gran tamaño.
Historiadores aseguran que es posible que esta efigie haya sido utilizada como altar de sacrificios, pues existe la creencia de que los cóndores eran capaces de elevar el espíritu de los muertos hasta el cielo.
La majestuosa carroñera sufre también disparos deliberados y es víctima indirecta del uso de cebos envenenados utilizados para el control de los depredadores
Se han hecho esfuerzos para mejorar su estado de conservación del cóndor, como muestra la creación en el año 2014 de la reserva biológica Antisanilla en el centro de Ecuador para salvaguardar uno de los sitios de nidificación más importantes del cóndor andino.
Sin embargo, la reclasificación de la especie como Vulnerable a nivel mundial subraya la necesidad de ampliar la labor de conservación y de colaborar con los gobiernos para reforzar las leyes contra el envenenamiento.